Orígenes de Mistico Park

Siglo XX

La historia del Mistico Park, donde se encuentran los famosos puentes colgantes de Costa Rica, se remonta al principio del siglo XX, con el esposo y la esposa Adrián Castillo y Landelina Rodríguez Sánchez, ambos nacidos y criados en La Fortuna, San Carlos. Trabajaron con fructuosidad la tierra heredada de sus padres, ubicada en las estribaciones del Volcán Arenal. En ese tiempo, esta tierra sagrada de gran riqueza natural fue descuidada debido a su ubicación remota y difícil acceso. Sin embargo, la visión de la familia Castillo Rodríguez fue más amplia, ya que sabían que el verdadero valor de la tierra radicaba en sus tesoros naturales. Es por eso que decidieron mantener intacta la parte de la montaña poblada por el bosque.

Siglo XXI

Al comienzo del siglo XXI, la familia decide compartir el santuario forestal con el mundo y contrata una empresa para supervisar el desarrollo del proyecto de ecoturismo llamado Los Puentes Colgantes del Arenal, que ofrecería a personas de todo el mundo la oportunidad de admirar la belleza del bosque de manera segura y cómoda. Doce años después, según el acuerdo inicial, la empresa de desarrollo entrega la operación del proyecto a sus propietarios, quienes todavía administran la reserva en la actualidad, a través de sus nietos.

MisticoPark

Bajo la marca Mistico Park, hoy en día el parque ofrece no solo la atracción de los puentes colgantes, sino también una gran variedad de recorridos que permiten a todo tipo de visitantes disfrutar el contacto directo con la naturaleza, donde muchas especies nativas viven en un ecosistema con una gran diversidad biológica.

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Mistico Arenal

Parque Mistico

Misión

Que todo visitante tenga un encuentro con un santuario natural, de una manera cómoda, segura y emotiva

Visión

Ser embajadores del cuidado de la naturaleza por medio de prácticas empresariales y comerciales sostenibles, que promuevan la conciencia de la sana administración de recursos naturales.

Valores

Sinergia: Practicamos la sinergia, de modo que mis acciones se suman a las de quienes me rodean. Empatía: buscamos comprender los sentimientos de aquellos con los que interactúo. Coherencia: Mi comportamiento refleja mi forma de pensar